jueves, 5 de enero de 2012

Seis historias reales de terror científico

La revista ABC sacó un artículo para Halloween con historias de casos de terror pero a la luz de la Ciencia


"La Vampira de Venecia"


1.- Una explicación científica para las experiencias cercanas a       la muerte


      Algunos de aquellos que han estado a punto de dejar este mundo o que incluso han pasado por una muerte clínica y han sobrevivido relatan una serie de experiencias comunes que la fantasía y la irresistible atracción por lo paranormal se han encargado de popularizar. Sentir que el alma abandona el cuerpo, ver pasar tu vida ante tus ojos y descubrir una luz cegadora al final de un túnel son algunas de las vivencias más repetidas, pero, ¿ocurren de verdad? Lejos de aceptar la idea de que se trata de algo paranormal, la ciencia ha encontrado una explicación neurológica en la que no caben los fantasmas ni el más allá. Se trata de una jugarreta del cerebro durante un suceso traumático, en el que está involucrado un funcionamiento anormal de la dopamina y del flujo sanguíneo.

Un 3% de los ciudadanos americanos dicen haber tenido una experiencia cercana a la muerte. Sin tener en cuenta a quien miente, exagera, se engaña a sí mismo en una profecía autocumplida o ha tenido una ensoñación, parecen muchos para sentir todos lo mismo. Además, los mismos testimonios de desprenderse del cuerpo y alcanzar un estado de plenitud, paz y amor se repiten por todo el mundo desde que se tiene memoria. La nueva investigación, llevada a cabo por científicos de las universidades de Cambridge y Edimburgo y publicada en la revista científica Trends in Cognitive Sciences, sugiere que, como era de esperar, muchos de estos fenómenos pueden explicarse biológicamente. Además, algunas personas que creen haberlos vivido ni siquiera estaban en peligro de muerte, aunque ellas creyeran que sí.

Por ejemplo, según explican los investigadores a Scientific American, la sensación de estar muerto no se limita a las experiencias cercanas a la muerte. Los pacientes con el síndrome de Cotard o del «cadáver ambulante» tienen la ilusión de que han fallecido después de un trauma muy fuerte o en etapas muy avanzadas de algunas enfermedades, debido a cambios en la corteza parietal y prefrontal, la primera relacionada con los procesos de atención y la segunda con los delirios observados en males psiquiátricos como la esquizofrenia.

Por encima del cuerpo

Las experiencias extracorpóreas, la sensación de dejar el propio cuerpo y flotar sobre el mismo en la habitación, son comunes al despertar o cuando se tiene una parálisis del sueño, en la que uno se siente paralizado al mismo tiempo que es consciente del mundo exterior. Un estudio de 2005, dice Scientific American, encontró que estas experiencias pueden inducirse artificialmente estimulando áreas concretas del cerebro. En cuanto a la revisión de la propia vida, el culpable puede ser una región cerebral que libera noradrenalina, una hormona del estrés que se libera sin control durante un trauma.

Los investigadores creen que algunos medicamentos y drogas, como la ketamina, pueden desencadenar euforia, experiencias extracorpóreas y alucinaciones. Esta ketamina afecta al sistema opioide del cerebro, que puede activarse de forma natural cuando los animales son atacados. Un gran trauma lo provocaría en el ser humano. Y sobre el famoso túnel de luz, puede suceder que el flujo sanguíneo y de oxígeno se agote en el ojo, algo que podría producirse ante una situación extrema cercana a la muerte.

2.- El extraño caso de las hormigas Zombies

Un grupo de hongos brasileños son capaces de anular su voluntad para que transporten sus esporas. Después, las mata

Pierden el control y la voluntad, su cerebro es «poseído» por completo y, cuando se acercan al lugar al que han sido enviadas, mueren sin remedio. Investigadores de la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos han descubierto en Brasil cuatro especies de hongos del género 'Ophiocordyceps' que infectan a las hormigas y manipulan su comportamiento para obligarlas a dispersar sus esporas y poder reproducirse en los lugares que consideran idóneos. Este singular comportamiento, que parece propio de una película de terror, se describe en la revista digital PLoS ONE.


Los hongos, descubiertos por Harry Evans y David Hughes en Zona da Mata, en el estado brasileño de Minas Gerais, pertenecen a un grupo de hongos «zombificadores» que infectan hormigas y manipulan su comportamiento, asesinándolas después de que hayan transportado sus esporas en la cabeza hasta una localización clave para su dispersión. El trabajo supone un hito importante, dado que se centra en interacciones biológicas complejas desconocidas hasta el momento en hábitats amenazados. Las cuatro nuevas especies proceden de la selva tropical atlántica de Brasil, el punto de biodiversidad más degradado del planeta. El 92 por ciento del territorio original que ocupaba ha desaparecido.

Los investigadores desconocían cómo parásitos como estos hongos que convierten en zombis a las hormigas, combatían esta fragmentación del hábitat. Los autores del trabajo muestran que cada una de estas cuatro especies está altamente especializada en una especie de hormiga y posee un conjunto de adaptaciones y tipos de esporas para asegurar la infección. El ciclo de vida de estos hongos que infectan, manipulan y matan a las hormigas antes de desarrollar esporas productoras de descendencia es muy complicado.


3.- Criaturas que siguen vivas tras ser decapitadas

La actividad eléctrica en el cerebro de las ratas se agota alrededor de 17 segundos después de ser decapitadas, según han podido demostrar algunos investigadores. Pero un minuto después, una onda eléctrica lenta y prolongada también puede detectarse en el cerebro de las ratas. Algunos investigadores lo interpretan como una señal de muerte cerebral irreversible, el último coletazo del cerebro. Sin embargo, otros creen que, incluso después de esta última oleada, las células del cerebro podrían ser reanimadas.

4.- Canibalismo humano: el hombre que devoraba niños

El hombre de Atapuerca practicaba el canibalismo de manera habitual, una forma de nutrirse y de eliminar a posibles competidores

No era algo excepcional, fruto de la necesidad por la falta de alimento, ni se produjo de forma aislada por un individuo con extraños hábitos sediento de sangre, ni se trataba de un exquisitez ritual. Hace 800.000 años, el hombre de Atapuerca practicaba el canibalismo de forma habitual, una aterradora dieta que se extendió en el tiempo como una «práctica cultural» y que formaba parte de su vida cotidiana tanto como comerse un ciervo o una oveja salvaje. Aunque esta afición del Homo antecessor, nuestro más antiguo antepasado, a la carne humana ya era conocida, un estudio paleontológico de los restos recogidos en el yacimiento burgalés viene a confirmar las sospechas. La antropofagia era útil tanto por motivos nutricionales como para eliminar a posibles competidores locales. Las principales víctimas eran niños y adolescentes.

Cerebros succionados

Además de las marcas en los huesos rotos para llegar al interior de la médula, hay señales de que a las víctimas también les habían devorado el cerebro. Los investigadores creen que esto no formaba parte de ninguna práctica ritual relacionada con creencias religiosas ni era una emergencia alimentaria. Los huesos humanos canibalizados aparecieron en los sedimentos de una cueva que abarca un período de unos 100.000 años, lo que sugiere que era una práctica bastante consistente.
Por otro lado, estos caníbales no tenían muchas razones para pasar hambre, ya que la sierra de Atapuerca era un territorio fértil donde la caza abundaba. Posiblemente, el canibalismo era una forma de hacer frente a la competencia. Que las víctimas fueran niños, menos capaces de defenderse, planteaba un riesgo menor para los cazadores y un triunfo más fácil. Sin embargo, es difícil conocer si los caníbales devoraban a los miembros de su propio grupo o a los de otras pequeñas comunidades.

5.- La «vampira» de Venecia

Un equipo de arqueólogos y antropólogos encontró en 2009 en una fosa común de la isla veneciana de Lazzaretto Nuovo el esqueleto de una mujer, víctima de la peste, cuyo cadáver fue profanado por sus coetáneos ante el temor de que regresara de la muerte. El cráneo de la «vampira» tenía un ladrillo en la boca, para que no pudiera morder. En aquella época se creía que la peste era transmitida por vampiros conocidos como los «devoradores de sudarios». Según la leyenda, estos cadáveres reanimados comenzaban a alimentarse de sus propias mortajas, luego chupaban la sangre de los demás muertos, salían de la tumba y atacaban a los vivos. A a luz de la ciencia, los temerosos vecinos confundieron algunos procesos normales del cuerpo (vientre hinchado por la descomposición o un agujero en la mortaja por el efecto corrosivo de los gases y líquidos de la boca) con las señales de un vampiro.

6.- Los monstruos que sí existieron

El cráneo fosilizado de un «monstruo marino de dimensiones colosales», que vivió en los océanos hace aproximadamente 150 millones de años, apareció hace un par de años en la llamada «Costa Jurásica» del suroeste de Inglaterra. Se trata de un pliosaurio que, según las estimaciones de los científicos, medía entre 10 y 16 metros desde la cabeza hasta la cola y tenía un peso de entre 7 y 12 toneladas, por lo que pudo ser el auténtico «terror de los mares» durante el periodo Jurásico. No es el único animal extraño encontrado en los últimos tiempos. Hace unos meses, la revista Science daba a conocer el descubrimiento en Brasil de parte del cráneo y otros restos de un animal que la ciencia no había descrito jamás. Se trata de una criatura que vivió hace de 260 millones de años, antes incluso de que aparecieran los dinosaurios. Tenía el tamaño de un perro grande, muelas en el paladar y un par de caninos de 12 centímetros que salían de su boca.

«Uno lo ve y no lo cree, parece un animal imposible, como hecho de partes de diferentes criaturas. Es como descubrir un unicornio». Juan Carlos Cisneros, paleontólogo de la Universidad Federal de Pinauí en Ininga, Brasil, reconoce que se quedó de piedra cuando, con la ayuda de sus colegas, descubrió en una hacienda del estado brasileño de Río Grande del Sur parte del cráneo y otros restos de un animal que la ciencia no había descrito jamás. Se trata, según los investigadores, de una nueva especie de herbívoro terápsido, pariente de los mamíferos modernos, que vivió en el Pérmico hace de 260 a 265 millones de años, antes incluso de que aparecieran los dinosaurios. Su aspecto es de lo más insólito. Tiene el tamaño de un perro grande, algo robusto, pero lo que más llama la atención son sus dientes. Además de tener una especie de muelas en el paladar, lo que ya es una rareza, ostentaba un par de caninos de 12 centímetros que salían permanentemente de su boca, como ocurre con los tigres dientes de sable. La investigación aparece publicada en la revista Science.

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